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La Llagosta

Cartes octubre 2015

Refugiados

A nadie dejan indiferentes las terribles imágenes que día tras día nos muestran los telediarios. Miles de personas, familias enteras, huyendo desesperadamente de una guerra que los está alejando de su hogar. Hombres, mujeres, niños, ancianos, da igual, todos viviendo un hecho que no es de justicia para ningún ser humano.

Vivimos un presente resultado del conflicto entre ISIS y la coalición militar armada formada por los países desarrollados, de la corrupción, la desigualdad y la violación de los Derechos Humanos. Vamos hacia un futuro incierto, en un lugar incierto, hasta que los poderosos se los repartan por sus países como si fueran cromos.

¿Y luego qué? Desgraciadamente tenemos ejemplos para ese luego. La lucha de un pueblo, el saharaui, que fue expulsado de su territorio y abandonado en medio del desierto del Sáhara. Hace ya 40 años de eso. Ningún país les ha acogido. Ningún país le ha dicho a Marruecos que deje de violar los Derechos Humanos sobre ellos. España se ha desentendido de su responsabilidad, de su culpabilidad por abandonarles. Su dependencia internacional es total para cubrir sus necesidades más básicas.

A principios de este mismo año, la ONU alertaba de la falta de recursos económicos para cubrir las necesidades de alimentación para la segunda mitad de este año. El PMA (Programa Mundial de Alimentos) aporta una cesta compuesta por ocho alimentos: harina de trigo, cebada, arroz, lentejas, guisantes, aceite vegetal azúcar, maíz y soja. Esta cesta ya ha sufrido algunas variaciones por falta de recursos y cada vez se hará más escasa. Su capacidad para ser autosuficientes es nula. Habitan en un terreno donde nada puede cultivarse. Donde no hay más agua que la que se almacena en depósitos. La crisis que nos afecta les ha golpeado a ellos como nunca antes lo había hecho. Pero no salen en las noticias. Otros asuntos los eclipsan

¿Quién va a poner fin a este conflicto?¿Quién le va a decir a Marruecos que devuelva los territorios que ocupó a la fuerza? Sólo la presión del pueblo puede hacer fuerza para que los gobiernos nos escuchen. Para decir que ya está bien, que actúen y dejen de mirar a otro lado. Los saharauis, que llevan 40 años en el olvido, y los sirios conforman dos dramas humanos para vergüenza de estos gobernantes.

Daora, la Llagosta amb el Sàhara

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